sábado, 9 de abril de 2011

Perú, entre el cáncer y el sida


09.04.11 | 16:15. Archivado en Actualidad
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Según Mario Vargas Llosa, si a la segunda vuelta llegaran Ollanta Humala y Keiko Fujimori para los peruanos sería como elegir entre el cáncer y el sida terminal. El propio Vargas Llosa ha declarado que votará por Alejandro Toledo. Es arriesgado mostrar la intención de voto porque luego el favorecido puede salir rana y entonces quienes le hayan votado arrastrados por el premio Nobel pueden sentirse decepcionados. Pero la situación es grave, Humala y Fujimori están en lo alto de las encuestas y Mario Vargas Llosa ama a su país.
Ollanta Humala es de la cuerda de Hugo Chávez y ante la evidencia de que éste no es nada querido en Perú intenta ocultar esta realidad mostrando el apoyo de Lula. Alguno de los candidatos ha dicho de él que puede que se haya civilizado. De Fujimori no hace falta decir mucho más. Gonzalo Portocarrero, en su blog, explica que sus votantes son los peruanos más desfavorecidos que estarían agradecidos a su padre.
El hecho de que tanto Keiko Fujimori como Ollanta Humala tengan la posibilidad de convertirse en presidentes de Perú indica bien a las claras que algo no funciona bien en aquel país, y que una considerable parte de la población se siente maltratada o ignorada por sus clases dirigentes y opta por castigarles, aunque se perjudiquen ellos también. Porque votarles a ellos es salirse de la senda buena y dirigirse hacia esa catástrofe colectiva en la que están inmersos algunos países de la región, como Eduador, Bolivia, Venezuela, y hasta la Argentina de los Kirchner.
Dicen que con Alan García Perú ha crecido, pero también lo ha hecho la brecha entre ricos y pobres. No cabe duda de que habrá que trabajar mucho este capítulo si se quiere alejar para siempre el fantasma del totalitarismo. En el caso de que se le consiga dar el esquinazo en esta ocasión.

Habilitan en la Zona Rosa MP para comunidad gay


LISTÓN. El centro de atención está en la calle de Génova 30 (Foto: LUCÍA GODÍNEZ EL UNIVERSAL )
Sábado 09 de abril de 2011 Sara Pantoja | El Universalsara.pantoja@eluniversal.com.mx
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Las denuncias por delitos derivados de la preferencia sexual ya tienen quién las escuche y las entienda. El nuevo Centro Comunitario de Atención a la Diversidad Sexual estará operado por integrantes de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti e Intersexual (LGBTTTI), plenamente capacitado en materia de justicia y no discriminación.
Ubicado en Génova 30, en la Zona Rosa, este centro tendrá una unidad especializada en atención a esta comunidad para garantizar el respeto a sus derechos y cumplir la política de equidad promovida por el gobierno capitalino.
“El personal que está aquí, los oficiales secretarios, el Ministerio Público y el responsable de agencia también son de la comunidad y por eso entienden con mayor sensibilidad cuál es la problemática”, aseguró el procurador de Justicia, Miguel Ángel Mancera.
Informó que de enero a la fecha la Procuraduría ha recibido 95 averiguaciones previas, la mayoría por lesiones y discriminación hacia miembros de esta comunidad. Agregó que en ese lapso llevan 55 consignaciones con detenido.
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos del DF, Luis González Placencia, afirmó que estas instalaciones son otra demostración de que el Programa de Derechos Humanos del DF tiene efectos “no sólo en términos de cambios legislativos, sino también en políticas públicas”.
Sin embargo, denunció que aún hay discriminación hacia esta comunida

La liberación femenina en el sexo bajo la lupa de los hombres


El avance de las mujeres, también en ese aspecto, cambió la mente de los más exigentes representantes del sexo masculino, que empezaron a reconocer las propias debilidades y limitaciones. De qué manera ellos acompañan y se animan a liberar sus deseos ocultos.
La liberacion femenina en el sexo bajo la lupa de los hombres
Una época que cambia la manera de pensar masculina respecto al sexo, antes los hombres tenían ciertos prejuicios sexuales que hoy no tienen en cuenta, digamos que la nueva mentalidad femenina fue cambiando esos mitos antiguos que causaban tantas patologías sexuales y represiones femeninas.

El avance femenino cambió la mente de los más exigentes, reconociendo las propias debilidades y limitaciones masculinas. La ambigüedad entre el instinto y la necesidad de conservar ciertos cánones asociados a la sexualidad estalló en los últimos tiempos y el varón de hoy se dejó llevar por el impulso de disfrutar más sin tantas reglas.

Alejado de la idea de que una mujer debe llegar virgen al matrimonio, respetan más la libertad femenina y lo toman como experiencias que a la hora de la intimidad benefician el encuentro.

Así las cosas, los hombres dejaron de ser matemáticos para considerar a una mujer para el matrimonio, ya no importa cuántos hombres anteriores existieron, ahora evalúan otras condiciones. En rigor, fue la preocupación por la manutención del hogar lo que tomó privilegio en esta decisión, una mujer liberada y preparada para equiparar al hombre en los gastos del hogar tiene ventajas aunque su sexualidad sea tan liberada como su autonomía laboral, la independencia en este aspecto de las féminas tomó la delantera.

Algunas excusas masculinas tienden a apoyar la sexualidad abierta femenina, como ser el rol nuevo que asumió la mujer en este momento social, la diversidad de oportunidades, lo masivo que se volvió la motivación a través de medios exponiendo sexo públicamente y estimulando el inicio temprano, pero por sobre todo, la dificultad que tienen los varones para comprometerse en una relación afectiva, de alguna forma pagan peaje a la libertad sexual femenina, entendiendo que ellos de esta manera eluden compromisos que no pueden formalizar.

Otra cuestión interesante es la cuota de placer que obtuvo de este cambio el género masculino, que pudo de alguna manera reactivar su sexualidad sin tanto trabajo previo en el acto de la seducción y la conquista. ”Ahora es tan fácil llevarte a la cama a una chica, que poco importa hacer una evaluación de si es promiscua o no, sin duda es una ventaja para mí, antes debía comprometerme afectivamente además de tener que invertir fortunas antes de conseguir intimidad”. De esta manera los hombres defienden la nueva conducta de las féminas. Siempre en las relaciones humanas hay un ”costo – beneficio”, y en estos casos el beneficio supera al costo.

Esta nueva aceptación, además, les permite jugar en aspectos que antes debían reprimir. La posibilidad de dejar fluir sus instintos libidinosos, sus fantasías y deseos sexuales reprimidos, parecería que de alguna manera se concensuó el hecho que de la mano de la liberación femenina acompaña la libertad sexual masculina y el varón pudo también expresar sus deseos antes mal vistos, como ser expresar abiertamente deseos bisexuales, homosexuales, fantasías exploratorias de tríos, swingers, o de travestismo. Estas cuestiones empiezan a volverse visibles en el varón de hoy sin sentir que afectan a su virilidad.

En el consultorio los pacientes muestran su aceptación respecto al nuevo pensamiento sexual femenino, muchos se sienten víctimas de esto en tanto y en cuanto son más demandados respecto al funcionamiento sexual, en la medida que fracasen en las relaciones sexuales. No sólo es la mujer la que tiende a mandarlos a consulta sino también ellos se sienten mucho más presionados a tomar cartas en el asunto frente a la amenaza existente en forma conciente o como fantasía de la posibilidad de la infidelidad, esto muestra hombres que se han debilitado en su personalidad , disminuyendo su autoestima sexual y provocando lesiones en su ”yo”, ahora tienen que rendir mas porque de lo contrario la mujer tiene muchas mas posibilidades de satisfacción sexual sin depender de ellos.

Deberíamos pensar que todo esto provocó un énfasis en las dificultades sexuales de la actualidad, la promesa de curación a corto plazo resulta una presión que hay que cumplir, la competencia masculina es grande y no quieren ser dejados fuera del tablero.

Por: licenciada Sandra Lustgarten, psicóloga y sexóloga.

Atazanavir podría ser una opción segura en pacientes coinfectados con cirrosis


Un estudio español no halla una mayor hepatotoxicidad o una progresión de la enfermedad hepática con el uso de este inhibidor de la proteasa
Juanse Hernández - 08/04/2011
Según un estudio español publicado en la edición del 17 de marzo de la revista AIDS, el inhibidor de la proteasa atazanavir (Reyataz®) podría ser una opción segura en personas coinfectadas por el VIH y el virus de la hepatitis C (VHC) con enfermedad hepática grave (cirrosis) que no comprometería o empeoraría el estado del hígado. 
En el ámbito de la coinfección, siguen sin conocerse bien los diferentes efectos en cuanto a seguridad y eficacia que las distintas clases de fármacos contra el VIH y los antirretrovirales individuales ejercen en las personas que también tienen hepatitis B y/o C. Describir ambos aspectos es de vital importancia en el manejo de los pacientes coinfectados, pero sobre todo en aquellos que se encuentran en estadios avanzados de la hepatopatía.
De entre los inhibidores de la proteasa actualmente disponibles, atazanavir muestra un perfil de tolerabilidad bastante favorable, y aunque su empleo puede asociarse con elevaciones significativas de la bilirrubina no conjugada (o indirecta), los resultados de los ensayos clínicos realizados no han encontrado otros mecanismos por los cuales este antirretroviral pueda afectar al hígado.
Pese a que atazanavir se utiliza de forma habitual en personas con enfermedad hepática leve, algunos médicos han expresado su preocupación ante el posible efecto de este medicamento en pacientes con cirrosis, dado que tanto el uso de este antirretroviral como la hepatopatía avanzada pueden provocar elevaciones de los niveles de bilirrubina. Por consiguiente, en personas coinfectadas con enfermedad hepática avanzada cuyo régimen antirretroviral incluye atazanavir, podría resultar difícil saber si los aumentos en los niveles de bilirrubina son ocasionados por el empleo de este inhibidor de la proteasa (lo que revestiría menor gravedad), o si, por el contrario, son un síntoma de empeoramiento y progresión de la enfermedad hepática.
Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre esta cuestión, un grupo de investigadores del Hospital Ramón y Caja en Madrid (España) examinó los historiales médicos de 92 personas coinfectadas por VIH y VHC con cirrosis hepática, a 34 de las cuales se les prescribió atazanavir en un momento determinado. Todos los pacientes, excepto uno, tenían experiencia en el uso de tratamientos antirretrovirales y su carga viral del VIH era indetectable cuando se disponían a iniciar la toma de atazanavir.
Un 73,5% de las personas incluidas en el análisis tenían cirrosis compensada (grado A de la clasificación Child-Pugh) y un 26,5%, cirrosis grave (grado B -compromiso funcional significativo- y C -enfermedad descompensada- de dicha clasificación). La mayoría de los participantes (76%) utilizaron atazanavir potenciado con ritonavir (Norvir®). El promedio de tiempo tomando el fármaco fue de 15 meses. De las 6 personas que interrumpieron la toma de atazanavir, solo una lo hizo como consecuencia de un aumento de los niveles de las enzimas hepáticas.
Aunque el inhibidor de la proteasa provocó elevaciones de los niveles de bilirrubina (0,72 mg/dL; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 0,18 - 1,27), los investigadores afirman que dichos aumentos sorprendentemente no fueron mayores que los observados en personas que toman atazanavir sin tener enfermedad hepática. Además, pese a que las personas con hepatopatía de grado B o C según la clasificación Child-Pugh tuvieron unos niveles más elevados de bilirrubina (1,03 mg/dL: IC95%: 0,13 - 2,6) que aquellas con cirrosis compensada, la diferencia entre ambos grupos de pacientes no fue significativa.
No se produjo ninguna complicación clínica o nuevos episodios de descompensación hepática durante el seguimiento.
De acuerdo con los investigadores, sus hallazgos tienen dos implicaciones prácticas: en primer lugar, de forma contraria a la preocupación inicial, el uso de atazanavir no supuso un problema a la hora de determinar si los incrementos de los niveles de billirubina de un paciente fueron debidos al empleo del fármaco o a un empeoramiento de la enfermedad hepática. En segundo lugar, las elevaciones de la bilirrubina, que fueron relativamente pequeñas y predecibles, no comportaron una peor puntuación de los pacientes en la escala MELD (siglas en inglés de modelo de enfermedad hepática terminal), una herramienta que permite calcular y clasificar la gravedad de los candidatos a trasplante de hígado en lista de espera.
Los autores reconocen, sin embargo, las limitaciones de su ensayo. Al no tratarse de un estudio prospectivo y a doble ciego en el que los participantes hubieran sido distribuidos de forma aleatoria para tomar atazanavir u otro medicamento antirretroviral, el ensayo no permite afirmar con certeza que el uso del inhibidor de la proteasa es siempre seguro en la población de pacientes estudiada, ni identificar a aquellas personas que no deberían utilizarlo. Con todo, señalan que atazanavir puede ser empleado con seguridad en, como mínimo, algunos pacientes con enfermedad hepática avanzada, y concluyen: “Atazanavir no causó un empeoramiento de la función hepática en más de 500 paciente-meses de seguimiento. Sobre la base de estos datos, atazanavir potenciado o no por ritonavir podría considerarse una opción segura en personas con cirrosis en el contexto clínico”.

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